Ha pasado el solsticio de invierno y comienza el frío invierno. No sé cómo será el invierno, pero es solo una estación pasajera. En cambio, aparece a menudo en las noticias de la mañana, causando numerosas bajas. Cada vez, murmuro, masticando pan. La nieve, que tanto disfrutaba de niña, ahora me preocupa resbalar en mi paseo matutino y me enfurece pensar que mi zapatero se ensucie. Por la mañana, entra la luz del sol a raudales. Almuerzo con Subin. Por la noche, llego a casa y miro el móvil. La idea de que mi vida termine así todavía me persigue, pero sigo pegada a la cama. Mis pies golpean con pensamientos insignificantes. Al ver pasar el tiempo, me siento ansiosa, o mejor dicho, sin emociones, abandonándome a un lugar invisible. En algún lugar, el origen de un problema, donde tropecé y caí, se convierte en un moretón. Con el paso del tiempo, mi sangre se coagula y se endurece formando una costra. Con el tiempo, brotará piel nueva sin dejar rastro. Y con la idea de seguir adelante, disfrutaré de una vida de riqueza y honor. Apareces en algún lugar, interrumpiendo la historia. Escribes una historia que será una tragedia o una comedia.


